domingo, 10 de mayo de 2009

Vaya vaya, este domingo me marea.
Las nubes no hacen más que correr por el cielo compitiendo con el aire y creando un efecto parecido al de una bola de discoteca, el reloj marca cada segundo como un asfixiante momento de embriaguez desproporcionada. La noche fue asmática y relajada, las luces faroleras le daban un toque especial a la vida nocturna de la capital, la gente, muy despejada, volvía a casa tras una noche de pasión musical y sexual plagada de caricias por la línea de la vida.

Las putas no creían lo que veían, en realidad, no creen en nada por que están obligadas a no ser personas, el agua corría entre sus tacones por el suelo limpiando la noche y esperando al sol para secar las lágrimas injustificadas.
El metro nos dijo que a dónde nos llevaba, si íbamos a seguir caminos juntos o bien tú te ibas para Moncloa y yo para Villaverde pero en un arrebato de cariño el reloj marcó el momento en el que el crédito se agotaba, final.

Me desperté o me acosté, aun no lo sé, de lo que sí me acuerdo es de que en un momento atrás escribí en una nota algo que había visto en algún sitio y que rezaba así:

No se con exactitud cómo podría ser nuestra vida juntos, estamos en la misma encrucijada de siempre así que vive como quieres vivir.
Tras ese momento, miré el reverso de la etiqueta y mi destino me propuso algo:

Y: ¡Larguemos!
D: A las 6 en Gran Vía con Alcalá.
Y: Tengo miedo
D: Yo también
Y: Allí estaré
Yo y mi Destino

Así que eso hice, me limpié la última lágrima que me cayó echando la vista atrás, apagué la tele, cerré el gas y sin carta de despedida bajé a Lucero para escapar de la superficie.

Me voy para poder continuar, para que todos podamos continuar y así por lo menos, llevarme toda la culpa. Y si puedo quitármela, la arrojaré lo más lejos posible, entonces será cuando, quizás, pueda ser capaz de volver.
Se acabó aunque nadie se lo crea.

1 comentario:

Ana_SepulvedaG dijo...

qué voy a decirte. te lo has dicho todo tú solito. se acabó, aunque nadie se lo crea. Es cierto, llega un momento en que el punto no es aparte, es final. Fin de la historia y a buscar otra nueva. Quizás más tranquila o ajetreada, pero diferente. Algo que te ayude a despojarte el nudo en tu garganta cada vez que piensas en su nombre. Yo estaré aquí, como estoy siempre, o en la penumbra o en las noches faroladas de un Madrid nocturno y trágico aunque no tanto como la noche que murió Max Estrella, porque eso es otro cuento. Hasta aquí puedo leer. Sé que tendrás éxito en todo lo que te propongas, aunque hoy por hoy, tengas que secarte una última lágrima.