Pasadas ya las navidades, las cenas y toda la parafernalia de
leds y villancicos (aunque cada vez menos), y con
spinning y zumba como nuevos amigos, rescato este escaparate de la famosa pastelería bilbaína
Martina Zuracalday, que ya solo el nombre denota éxito.
Un escaparate donde los sueños sí parecen cumplirse, donde la magia de la navidad en todo su esplendor llama a sonrisa y al buen gusto. Un lugar donde los pasteles tienen todo el protagonismo aunque no se necesita bocado para premiar un gran trabajo. Tradición y marketing, pese a que no lo necesite y sea muy local. Un trabajo que es un arte.
Fotos: Julián Castillo Cañizares